Friday, January 01, 2021

La historia de Lizzy Lee

 Elizabeth Lee, más conocida como Lizzy Lee, nació en Lafayette, Lousiana, en un año cercano a 1860. En realidad se llamaba Elizabeth du Motier, ya que su madre tenía ascendencia francesa. Pero siempre pensó que el apellido de su marido, Anthony Lee, hacía su nombre más musical.

El bueno de Anthony era un borrachín apenas capaz de cumplir con sus deberes conyugales. Consciente de esto, nunca prestó demasiada atención a quién compartía el lecho de Lizzy, siempre y cuando tuviera acceso a una buena provisión de ron para, al menos, pasar el día. No obstante, siempre la trató bien y la respetó.

Lizzy Lee alcanzó cierta fama por diversos motivos. Sus tatuajes llamaban la atención ya que en aquellos tiempos no eran habituales en una mujer blanca, por muy pobre que fueran sus orígenes. Pero además Lizzy tenía cierta habilidad con los cuchillos y, sobre todo, con su dialéctica. 

De forma que su espectáculo se hizo tan famoso en los tugurios de Lafayette que pronto pudo contratar alguna noche en el barrio francés de Nueva Orleans. Al principio Anthony le acompañaba, un poco por aparentar ser el cabeza de familia. Pero pronto descubrió que las 150 millas de trayecto no casaban demasiado bien con su espirituosa afición.

Así pues Lizzy pasaba al menos una o dos noches por semana sola en un Motel en Nueva Orleans. Procuraba alojarse siempre en el mismo, el Mummy Johnson, un local regentado, que no poseído, por una negra enorme que no permitía que los huéspedes armaran alboroto más tarde de la medianoche.




Además Mummy nunca denunciaría a Lizzy por acostarse con negros, a pesar de estar prohibido. Y es que Lizzy, una vez probó la carne de un mulato de los muelles, desarrolló cierta afición por los muchachos morenos. Había en esa elección cierto atisbo de culpabilidad, como queriendo diferenciar sus placeres carnales de la sociedad que había formado al casarse con Anthony años atrás.

Lizzy Lee podría haber llegado mucho más lejos. Había rumores de que le habían ofrecido un espectáculo en Nueva York. Pero era mucha mujer como para pensar las cosas con calma. 

Así pues, cuando se percató de que entre el público de esa noche estaba el señor Arceneux, tendero de la calle donde se crió allá en Lafayette, y que le obligó a pagar con favores carnales las deudas de su madre, no dudó un instante. Solicitó un voluntario para su espectáculo, mirandole directamente a los ojos. Sabía que nunca la reconocería. Ignoró voluntariamente a dos marineros que se ofrecieron levantando la voz, y señaló al tendero.

Con precisión quirúrgica, clavó hasta 5 cuchillos rodeando al señor Arceneux. Cada uno de ellos más cerca, hasta el punto de llamar la atención de espectadores habituales que nunca habían visto a Lizzy arriesgarse tanto.

Finalmente, blandió su cuchilla más afilada, y con un movimiento preciso, que ella siempre consideró su lanzamiento más perfecto, atravesó la frente del señor Arceneux. Lo hizo con tanta fuerza que su cabeza quedó ligeramente reclinada hacia atrás, y hubo que realizar varios intentos antes de conseguir despegarla de la madera, mucho después de haber exhalado su último aliento. 

Los periódicos de Nueva Orleans apenas reflejaron el incidente como uno más en la bulliciosa noche de la capital de Lousiana.